Semana Santa de Alhama de Murcia

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Pregón 2017

Gracias a todos por estar aquí. Gracias porque aquí estoy viendo gente a la que yo quiero y gente que me quiere a mí. Gracias a todos por querer acompañarme.

He tenido la suerte de ser elegido para hablar sobre la Semana Santa de nuestro pueblo, para decir un pregón, y la verdad es que esto supone una satisfacción enorme porque por una parte  se me da la ocasión de hablar en público de algo que me gusta y por la otra se me pone en el compromiso de decir “Yo soy el pregonero de la Semana Santa”, cuando en realidad esa es una responsabilidad que corresponde a todos y a cada uno de los alhameños, porque vosotros paisanos y amigos sabéis muy bien que la semana santa va en el ADN del alhameño y que nadie como nosotros somos capaces de hablar y difundir lo que desde pequeños hemos conocido . Para que veáis que lo que digo es cierto:  el alhameño cuando está en su pueblo y llega la semana santa y está por la calle viendo o no cualquiera de las procesiones y alguien le pregunta por la procesión, lo primero que dice es “eso no vale ná” y se queda tan tranquilo; pero esa misma persona si está fuera del pueblo cuando llegan los días claves de la semana: el encuentro de Viernes Santo o el Domingo de Resurrección y se acuerda, lo primero que piensa y dice es: “ahora en mi pueblo está pasando esto” y le cuenta a su interlocutor más próximo lo que es la semana santa y las procesiones de Alhama, porque ya les digo las procesiones son de todos y para todos y por eso no se entiende el despego que hacia ellas  tiene  parte de la población. Y no es que no les gusten las procesiones, sino que creen que es más moderno irse y no participar, negándose hasta a poner una colgadura o un banderín en su balcón para anunciar que aquí vive un alhameño al que le gustan las procesiones de la semana santa de su pueblo, aunque este año, por la causa que sea no va a participar físicamente de ellas.

Pero miren ustedes, este año como todos los años al llegar la primavera, se produce el milagro: las calles y las plazas de nuestro pueblo se convierten en un nuevo Jerusalén. Por esas calles vemos pasar Cristos ensangrentados, Vírgenes llorosas, discípulos, mujeres piadosas, protagonistas de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús

 Las cofradías deben tener presente en todo momento que es lo que sacamos a la calle, que momentos de la historia estamos representando  porque hay que tener en cuenta que estamos mostrando una catequesis que abarca los auténticos fundamentos de nuestra fe, la base de nuestra religión y ese  debe ser  el mensaje que con la procesión se envía.

Si a ustedes les parece bien yo quiero invitarles a que me acompañen  a dar un repaso a nuestras procesiones, porque a lo mejor encontramos algo nuevo o algo de lo que no nos acordamos y puede servirnos mucho ahora. Para eso nos vamos a servir de imágenes de Telealhama, de fotografías del archivo municipal, de la memoria de ustedes y de la mía, para entre todos disfrutar de algo tan hermoso como son las procesiones de la Semana Santa de Alhama

Yo me voy a permitir decirles que  nuestra Semana Santa  tiene en los encuentros su pilar fundamental y nosotros tenemos  tres. Sí han oído bien tres encuentros . Porque el primero de ellos tiene lugar cuando son las cero horas del Viernes de Dolores.  Es el más joven.

Las imágenes nos llevan a los primeros años de su celebración. Como les decíamos al llegar las cero horas del Viernes de Dolores,  Jesús, el Hijo, va a ver a María, su Madre, a su casa y va como buen hijo que es, como todos los buenos hijos, a felicitar a su madre en el día de su santo. Se producen escenas tiernas, se desborda la emoción  y las lágrimas asoman a los ojos, porque los recuerdos nos acompañan siempre y más en esa noche. Es el pistoletazo de salida para las procesiones de semana santa, porque esa tarde será la Virgen de los Dolores la que salga a las calles de Alhama en procesión. La procesión de Viernes de Dolores es posiblemente junto con el Encuentro de Viernes Santo la que más antigüedad tiene dentro del contexto de la Semana Santa. De esta procesión sabemos más a partir de los años veinte del pasado siglo que se nos dice que la Hermandad de la Virgen de los Dolores invitaba a las demás cofradías a participar, y estas lo hacían con las imágenes de sus titulares, aunque dentro de esos años y por cuestiones económicas, terminaron por sacar solamente sus estandartes.

Pero antes y ahora, saliendo la Virgen de los Dolores empieza la Semana Santa.

Después, un día de descanso y llegamos al Domingo de Ramos.

A partir de este momento yo voy a hacer uso de mis recuerdos. Pueden estar equivocados o quizás con el tiempo yo los haya magnificado, pero ya saben ustedes que los recuerdos son parte importante de nuestras vidas y que equivocados o no son de cada uno de nosotros y los míos quiero compartirlos con todos, porque además estoy seguro que muchas de las cosas que yo cuente coinciden con pensamientos y recuerdos de ustedes y que, vuelvo a repetir, recordar es vivir y no solamente eso sino que con los recuerdos de uno y de otro aprendemos a amar más las procesiones de Semana Santa.

Pero vamos a lo que importa.

 Mi Domingo de Ramos se centra en la ceremonia litúrgica de ese día. Yo recuerdo como en esta iglesia de San Lázaro, llena de fieles, se situaban en el pasillo   central unas filas de sillas que ocupaban los invitados a participar en  la ceremonia. Podríamos decir que eran: Los elegidos. Por una parte estaban los que invitaba el Ayuntamiento que además pagaba las palmas que llevaban y que con seguridad era lo más florido de la sociedad alhameña;  por otra los invitados de la parroquia, también con palmas en las manos. Y después la procesión. Esta era una procesión que al ver ahora las fotografías nos damos cuenta como era la sociedad de los años, cuarenta, cincuenta y sucesivos  y como hasta en los actos religiosos se reflejaba. Participaba mucha gente, pero eso sí,  en la procesión, los hombres llevaban palma y las mujeres que iban detrás, ramos de olivo.

A principios de los años sesenta estuvo en la parroquia un cura llamado Don Ángel quien trajo la imagen  de la Entrada de Jesús en Jerusalén  y que ese mismo Domingo de Ramos sacaron en  procesión. Pero se marchó don Ángel y la imagen se quedó depositada en la iglesia sin volver a salir.

De esos años hay unos prospectos que anuncian los actos de Semana Santa y del Domingo de Ramos de 1949  dice:  a las nueve de la noche la cofradía de San Juan realizará el traslado de sus imágenes desde la iglesia de la Concepción a la de San Lázaro. Se dejó de celebrar esta procesión que por cierto congregaba muchísima gente y de nuevo la tarde noche del Domingo de Ramos, el día más procesionista en toda España, quedaba en nuestro pueblo vacío de contenido.

Años después, la Junta de Cofradías decidió organizar la procesión de la tarde, pero el éxito no los acompañó dejando de hacerla, como sucedió a los moraos que tomaron el relevo en la  organización,  que desistieron por la misma razón que antes al ver la poca repercusión que en el pueblo tenía y de nuevo la tarde del domingo desde 1999 se queda sin nada hasta que en 2005, la Hermandad de la Santa Mujer Verónica se decide a organizar la procesión, dándole otro aire. Se trajeron nuevas imágenes para acompañar al paso de la Entrada en Jerusalén, se creó un nuevo itinerario y con muchas ganas y más ilusión desde ese año los alhameños disfrutamos de procesión la tarde de Domingo de Ramos.

El lunes Santo la Archicofradía de N.P. Jesús organiza un acto distinto: el Prendimiento. Se lee la parte de los evangelios que habla del Prendimiento de Jesús y se utilizan distintos lugares del pueblo para ubicar la acción de esa noche y así llegamos a Martes Santo.

Los más mayores seguro que se acuerdan del ambiente de gran fiesta que se respiraba en  el pueblo la tarde de ese día. Se celebraba el mercado y  mucha  gente se quedaba por la tarde a la procesión.  Llegaban las bandas de música, que amenizaban el tiempo de espera sobre todo en  los alrededores de las pensiones donde se alojaban, esto es la de Isabelica y la de Sacramentos y por la noche la procesión. Nadie faltaba porque en el pueblo se decía que esa noche salían todos los santos y claro que salían todos los santos, eran  los cinco que teníamos y que participaban en todas las procesiones, pero que sabíamos darles un aire distinto según la procesión y el día que fuera.

Los organizadores de aquellas procesiones tenían un olfato increíble y sabían de semana santa más que nadie. Ellos son los que empezaron a traer imágenes para enriquecer las procesiones, empezando por cambiar el Martes Santo. Quiero recordar, pidiendo disculpas porque seguro que olvido alguno, a Antonio Telesforo, Ceferino y Bolarín, Don Natalio Hernández Espada, Vicente Sánchez Puerta, Matías el Fiel, Benjamín, Ángel, el Risitas, Pedro Ramón, el cura don Juan Gambín   y tantos otros que supieron ver el potencial de nuestro pueblo en Semana Santa y aumentarlo de manera que en aquellos tiempos en los que no había nada, la gente se ilusionara y volcara con las procesiones de Semana Santa.

A ellos se debe el que en Alhama contemos con pasos como La Oración del Huerto, pagada con letras y a lo mejor alguna se quedó en el aire, el Beso de Judas, la Virgen de los Dolores, la Samaritana, La Esperanza, El Cristo del Rescate y un largo etcétera que hicieron cambiar las procesiones, sobre todo la de Martes Santo, ya que la mayoría de esas imágenes  se destinaron a ese día. Después todo cambió pero siempre hay que pensar que los cambios son  para mejor y que las procesiones que vemos ahora   poco tienen nada que ver con aquellas. Lógicamente  la calidad de vida no es la misma ni tampoco la manera de pensar, pero si es lo mismo el sentido de la procesión.

Y de ese Martes Santo  con tantos cambios y altibajos, vamos a mirar al Miércoles Santo.

El día 8 de abril de 1995, en la iglesia de la Concepción y por un sacerdote muy involucrado en la Semana Santa como fue don José Gómez Rizo, el cura Pepe, se bendijo el paso llamado La Unción de Jesús en Betania o el Arrepentimiento de la Magdalena, obra de los alhameños hermanos López Sevilla. Cuatro días después, el Miércoles Santo de ese año de 1995 salía a la calle la procesión que organizaba en solitario  la cofradía de María Magdalena . Una procesión pequeña, casi íntima que desde ese año ocupa la noche de Miércoles Santo, dando continuidad y unidad a todos los días y todas las procesiones de Semana Santa.

y llegamos a uno de los días clave de la Semana Santa: Jueves Santo. Cuando se celebraban los oficios por la mañana, la verdad es que había poco ambiente festivo. Cuando se celebraron por la tarde, todo cambió.  Como siempre la iglesia de San Lázaro llena de gente, yo no sé si por devoción, que seguro que sí, o por ver a que personas el párroco lavaba los pies en la ceremonia de esa tarde y después disfrutar con el estruendo de los tambores que anunciaban la presencia de los armaos que llegaban al monumento de la capilla del Rosario donde permanecían haciendo guardia al Santísimo hasta el día siguiente.

Y en la calle se notaba la fiesta, aunque en  el Salón Espuña las proyecciones  de cine se suspendían hasta la Resurrección y claro hubo algún año en el que se aprovechó esa circunstancia para utilizar alguna de las cortinas de terciopelo y con ella hacer una capa para San Juan. En el círculo los tacos de billar se cruzaban en la mesa, se suspendían las partidas de dominó y de parchís  y hasta a los niños se les decía que ni cantaran ni hablaran fuerte porque el Señor estaba muerto. En las casas se aprovechaba ese descanso festivo para hacer arroz con leche, torrijas y albóndigas de bacalao para tener todo preparado para el día siguiente. Y por la noche a la procesión del Silencio.

Dicen que esta procesión debe mucho al cura don Juan Gambín gran impulsor de la Semana Santa.

La procesión del Silencio sustituyó al vía crucis que a las doce de la noche partía desde San Lázaro hacia el Calvario. Un vía crucis que de alguna manera recordaba el que años antes organizaban los 70 Hermanos de San Felipe Neri

Para comenzar se trajo  la imagen del Señor de la Caña y desde entonces la cofradía de San Juan ha sido la responsable de esta procesión. Salía a las doce de la noche de la iglesia de san Lázaro, oscureciéndose  todas las calles por donde transcurría, creando un ambiente de gran recogimiento. Más tarde se trasladó a la iglesia de la Concepción y cambió la hora de salida a las diez pero conservó su solemnidad y recogimiento. A ella se unió la Virgen de la Esperanza, primera imagen de palio de nuestro pueblo. Por cierto que me contaban que el primer palio se le hizo con una colcha de los padres de Salvador el boticario y Magdalena. Pero sobre la Virgen de la Esperanza, de la que se dijo que se compró con las ganancias en la ruleta de Pedro Ramón Martínez, Vicente Sánchez Puerta y algún amigo más. Pero una vez llegada la Virgen  y para que se hagan ustedes una idea del respeto y cariño con que se hacían las cosas, me contaban que para confeccionarle la ropa se tomó como modelo a una señorita de la cofradía que no tenia novio y que era mujer de gran bondad. Pero sigamos con la procesión: Más tarde se incorporó el Cristo del Rescate, una imagen de gran  devoción en el pueblo, como se demuestra cada primer viernes de marzo y que por sí solo hace que todo el pueblo salga a la calle a verlo, a rezarle y a pedirle favores. Si ustedes observan a nuestro Cristo del Rescate, observarán que tiene la mirada al cielo, al contrario de otras imágenes que vemos en las que la mirada está hacia abajo. La explicación es muy sencilla. Esta imagen vino para procesionar como Cristo de la caída y así lo hizo el Viernes Santo de 1955, pero un desgraciado incidente llevó a la imagen de nuevo al taller del escultor, de donde salió como Cristo del Rescate. En los últimos años a esta procesión del silencio se han incorporado otras imágenes para dar más vistosidad al cortejo.

Pero en 1981 el Jueves Santo que conocíamos cambió. Ese año veíamos  por primera vez el paso de La Santa Cena  que también fue el paso más caro de la semana santa puesto que se dijo que en 1980 se pagaron dos millones y medio de pesetas.

Yo recuerdo ver la Santa Cena en el centro del pueblo, donde no se había cortado el tráfico y ocasionando un gran problema con los coches y los peatones, pero todos se paraban para ver que estaba pasando. Desde 1981 hasta ahora la procesión ha ido creciendo hasta el punto de que en la actualidad a través de sus pasos se nos muestra la Pasión y Condena de Jesús, consiguiendo además que la tarde noche de Jueves Santo tenga un gran aire festivo-religioso y que la gente salga a la calle a disfrutar de los desfiles de ese día. Comienza la procesión con la luz del día, una vez que Jesús queda prendido y custodiado en el Monumento de la capilla del Rosario por los armaos. Después todos a ver los  pasos de esta procesión que en pocos años ha crecido muchísimo y justifica plenamente su lugar en la Semana Santa por la belleza de sus imágenes, su seriedad y puntualidad.

 Y una vez que hemos visto las dos procesiones, nos disponemos a descansar para el Viernes Santo  disfrutar de la procesión que sin lugar a dudas es la base de toda nuestra Semana Santa: el Encuentro de Jesús y María  en la calle de la Amargura.

Viernes Santo es la fiesta de las fiestas. Tiene un aire muy especial y desde muy pronto hay que ir a la Concepción a ser testigos de una ceremonia muy entrañable. Se representa el Encuentro de Jesús con su Madre en la calle de la Amargura. Es la mañana en la que los titulares de las cofradías mejor lucen y en la que todos nos sentimos partícipes de lo que esas imágenes representan. Jesús Nazareno y la Virgen de los Dolores, La Madalena y San Juan, La Verónica. Es el dolor, la esperanza, el amor, la incomprensión, la tiranía, el sacrificio.

Todos nos sentimos parte del drama de la calle de la Amargura y todos presentimos lo que va a pasar en el Calvario.

 Mientras en las calles se huele a alhelíes y a claveles, los tambores y las trompetas son más estrepitosos que nunca  atronando el aire fresco de la mañana. En esos momentos, todos sin excepción pedimos a Jesús al que vemos con su Cruz a Cuestas que nos ayude, cada uno exponiéndole su problema, sus necesidades y a su Madre que interceda por nosotros.

El Encuentro desde siempre ha tenido su liturgia. Hace años se encargaba un sacerdote   a través de unas palabras de recordarnos y enseñarnos que era lo que estábamos viviendo. Pero en esos momentos, prácticamente todos los nazarenos y muchos espectadores  aprovechaban para visitar el Bar de Valeros. Ahora sucede igual, solo que hay más bares y menos gente. Pero centrándonos en la liturgia del día, en la actualidad  todo este acto, todo este acontecimiento, lo narran unas cuantas personas que  poniendo el alma en la voz nos recuerdan que Cristo va a ser sacrificado por nosotros.

Después, la procesión. Que maravilla  recordar  como hace algunos años  se lucía por la Corredera. Como por esa calle las bandas de música tocaban lo mejor de lo mejor y los nazarenos no necesitaban que nadie les dijera nada. Todos sabían que todo el mundo estaba pendiente de ellos y mostraban todo lo que sabían. Los tronos con las imágenes, como siempre, gloriosos, majestuosos, causando una admiración sin   límites y con el público de pie en señal de respeto. Pero si por la Corredera la procesión se lucía al máximo, la bajada por la calle de la Feria era espectacular. Una sola cofradía era capaz de llenar todo lo largo de la calle con nazarenos de su color y las aceras repletas de gente, mientras que los familiares aprovechaban para llenar los buches a los nazarenos, que para eso en esa calle estaba el mayor número de puestos de venta de caramelos y los chiquillos corriendo para ver la procesión por una acera y por la otra  para intentar coger más caramelos. La procesión seguía después por esas calles tradicionales, como la antigua General Mola, hoy Juan Carlos I, para llegar a la iglesia por las Puertas de Murcia, calle en la que los vecinos desde muy temprano salían a barrer la calle  y las aceras, rociarlas y por supuesto poner sillas para todos los familiares y amigos que iban  a ver la procesión en ese punto. Pero no acababa ahí la jornada, porque había que llegar  a la puerta de la iglesia para ver a los armaos hacer el caracol una y otra vez y dentro del templo a partir de las doce comenzaba la función de Las Siete Palabras o la Agonía que tenia muchísimo público a pesar de que había que llegar a la casa a comer con toda la familia. El protagonista de esa función era el llamado Fulgencio María que tenía una gran habilidad para asustar a los fieles cuando  acompañando al sacerdote, iba narrando como estaba siendo la agonía y muerte de Jesús con palabras como “ya se le afila la nariz” o cuando con voz desgarraba gritaba a la gente diciéndoles “llorar huérfanos, llorar”.

Y ya por la noche a la procesión del Santo Entierro. Una procesión que desde el siglo XIX cuenta con la presidencia de la corporación municipal, no con toda, pero si con el alcalde y algunos concejales del equipo de gobierno.

Tanto Jueves  Santo como Viernes Santo tuvo gran importancia la asociación conocida como los 70 hermanos de San Felipe Neri. El Jueves con un solemnísimo Vía Crucis y el Viernes organizando el Santo Entierro.

La noche de Viernes Santo era la noche que más nazarenos tenía y es que esa procesión contaba con todos aquellos que  pedían las túnicas prestadas a los que querían descansar en esa noche de salir en las procesiones. Así que la participación era numerosísima, como igual de importante era la presencia de espectadores. Y los tronos. Si los demás días nos asombraban, esa noche de Viernes  Santo las cofradías echaban el resto. Flores y luz, silencio y respeto porque por las calles de Alhama está desfilando el Cristo Yacente  al compás de su propia banda de tambores y las imágenes como la Verónica o María Magdalena vestidas de luto riguroso; San Juan acompañando a la Virgen en el Regreso del Calvario y la Virgen de la Soledad, la que posiblemente sea la imagen más bella de nuestra semana santa. Cerrando la procesión la representación del ayuntamiento y de todas las asociaciones del pueblo, pero sobre todo muchísimos alhameños detrás del Cristo Yacente y de la Virgen de la Soledad, como siempre pidiendo ayuda o dando gracias por los favores recibidos y es que nuestra fe no tiene límite.

Una vez recogida la procesión tiene lugar un acto entrañable que si usted todavía no lo ha visto, no debe dejar de hacerlo. Porque se lleva hasta el Calvario, simulando el cortejo fúnebre y el entierro a la imagen del Cristo Yacente. Todo el mundo puede participar sea de cualquier cofradía o de ninguna. De este acto unos visitantes sevillanos que vinieron invitados por un gran alhameño como fue Juan Andreo, después de ver todo lo mejor, no solo de Alhama, sino de la Región, decían que era lo que más les había gustado, porque era el pueblo mostrando sus sentimientos más puros.

Y el sábado otra sorpresa.

Desde 2005 una procesión que en pocos años se ha convertido en la más numerosa en cuanto a pasos que desfilan y que sirve para cerrar de una manera brillantísima los desfiles de pasión. Hablamos de la procesión de Las Siete Palabras y Santo Sepulcro y como dice su nombre, podemos ver representadas en imágenes las Siete Palabras de Cristo en la Cruz, más Cristo muerto y alguna que otra imagen más que nos dicen lo que pasó en el Calvario y sobre todo el Santo Sepulcro con detalles que recuerdan las procesiones de los 70 hermanos de San Felipe Neri y las campanillas que anuncia que llega el Cuerpo de Cristo. La procesión es  cerrada como es tradicional por una imagen de la Virgen, pero en esta ocasión vemos que la Virgen no lleva traje ni manto bordados, sino que viste  el luto como hacían las mujeres en nuestro pueblo: un vestido de lanilla y un manto de crespón, negros los dos.

La procesión sale con la luz del sol alumbrando las calles y se recoge cuando ya es noche cerrada, lo que permite que podamos tener dos visiones totalmente distintas de la misma.

Y el  Domingo de Resurrección toda Alhama a la calle. Es la procesión que cierra brillantísimamente los desfiles de semana santa. La procesión, tal y como la conocemos, se debe también  al cura don Juan Gambín que allá por el año 1947, juntamente con los presidentes de las cofradías y algunas señoras, idearon este desfile y sobre todo la manera que a la Virgen, que debía de ir de negro, se le cambiara la ropa por otra de color, delante de todo el mundo. Después de muchos días y muchos ensayos se dio con el sistema que con algunas variantes es el que vemos ahora . La procesión de la Resurrección   empezó a salir a las cinco de la mañana porque el Cristo que se utilizaba pertenecía a una familia de Alhama que lo tenía cedido a la  cofradía del Resucitado de Murcia y formaba parte de los Discípulos de Emaús , saliendo en Murcia esa misma mañana. Por eso aquí se hacia la procesión tan temprano y en  la puerta de la iglesia había un camión esperando para llevar la imagen a Murcia. Otro año se hizo por la tarde, pero a continuación los moraos trajeron la imagen  que desde 1949 se convierte en protagonista de la Resurrección alhameña.

Esa mañana cientos de personas llenan la plaza de los Patos y todos esperan ansiosos. Empiezan a llegar los tronos de San Juan, María Magdalena y la Verónica, que esta mañana parecen como dijo un alhameño, jardines flotantes. Miles y miles de flores adornan los tronos que las llevan y de pronto llega un trono casi insignificante pero de un gran contenido: Es una simulación del sepulcro y a partir de ese momento todas las miradas se quedan clavadas en él  que se sitúa en el centro. La expectación es máxima y en un momento determinado, del sepulcro sale una paloma,  que es para los alhameños el símbolo de la resurrección y la gente estalla en gritos, en aplausos. Se desbordan las emociones y ya, con el corazón ensanchado de gozo, esperamos que llegue la imagen del Resucitado que lo hace al tiempo que su Madre. El Encuentro hay que vivirlo. Los ojos se llenan de lágrimas, el corazón se alborota, los recuerdos nos invaden y todos queremos ayudar a la Virgen a que se despoje del negro del luto por la muerte de su hijo, porque Cristo está allí vivo y de pronto, seguro que como antes decía, la fuerza de todos unida hace que la Virgen quede vestida con manto azul. Imposible frenar las emociones, las lágrimas,  los suspiros, los aplausos. Cristo ha resucitado y nosotros lo celebramos como sabemos: aplaudiendo, llorando, emocionándonos. A continuación otro de los momentos más esperados: el baile de los tronos y después LA PROCESION. Y termina la Semana Santa y comienza la del nuevo año, porque aquí no se para ni un momento.

 Para que se hagan ustedes una idea del colorido de ese momento del Encuentro que a lo mejor nosotros por verlo todos los años  no lo apreciamos tanto, en el año 2002, TVE lo eligió para sus informativos de las tres de la tarde y de las nueve de la noche. Y cuando la televisión lo eligió por algo será.

Pero yo antes de terminar quiero decirles que si antes recordaba a todos aquellos que por los años cuarenta y cincuenta impulsaron  las procesiones, ahora no quiero olvidar a los hombres y mujeres que hacen  que nuestra semana santa sea única:  Rica en detalles, en matices, en contrastes. Incomparable en todos los aspectos y eso se lo debemos a los presidentes y juntas directivas y a los hombres y mujeres que día a día trabajan en los moraos, coloraos, azules, blancos y negros, a los de ahora y a los anteriores y anteriores y anteriores.

APLAUSO

La Semana santa de Alhama es única, ejemplo de otras muchas, y que además sirve de copia para otros y quizás no necesite el reconocimiento de Interés Turístico Nacional, porque el interés ya lo tiene, y al fin y al cabo eso es solo un papel, pero el cariño que los alhameños ponen en  su semana santa no hace falta ponerlo en ningún pergamino. Ese cariño está ahí y se palpa. Lo que si necesita es apoyo, más dedicación por las personas o entidades que puedan hacerlo, al fin y al cabo hablamos de una fiesta popular  y como popular que es, es el pueblo quien la hace, por eso todo hay que hacerlo para el pueblo y por el pueblo y no ser tacaños en ayudas de todo tipo, porque no solo con dinero se pueden  organizar unas procesiones de la categoría como las nuestras ni tener un público como el alhameño, hay muchas maneras más de ayudar, de involucrarse y de no poner trabas a  nada, sino hacer un equipo y ahí entran las cofradías, la iglesia, el ayuntamiento, los medios de comunicación, la industria, el comercio, la hostelería y sobre todo la gente de mi pueblo

Recuerden ustedes que la Semana Santa está viva y que  os necesita a todos y todos tenemos que corresponderle.

Señoras y señores: gracias por su paciencia y solo decirles  que tengan ustedes una muy feliz Semana Santa y no olviden que todos somos necesarios, como es necesario recordar a tantos familiares, a tantos amigos y amigas, amantes de la Semana Santa que a lo lago de los años se han ido, pero seguro que están desde la tribuna del cielo viendo nuestras procesiones.

Por eso para ellos y para todos ustedes gritemos con el corazón

Viva la Semana Santa de Alhama

Viva Alhama que es mi pueblo.

 Fernando Rosa Gómez

Pregón 2017
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